12 nov 2010

Sobre los tontos que ni Dios quiso ayudar... News Cafe

No me termino ni terminaré de cansar nunca de abogar por la política con la cual nosotros, sus simples amigos caníbales vemos y analizamos el mundo. Cuando algo es bueno, es bueno, cuando algo es malo, no lo vamos a salvar de su caída. Hoy quise venir de infiltrado a un lugar que siempre veo lleno, casi siempre de turistas del país del norte que está arriba de México pero debajo de Canadá. Debo decir que me siento un poco fuera de lugar, no por ser el único tico aquí aparte de los meseros y resto de staff. Menos por ser el único que no anda una camisa de Imperial, Pilsen, "Costa Rica, Pura Vida", o la nunca faltante camisa de pesca ya sea con un marlin o con cualquier otro pez. Ni hasta por ser la única persona a la que no le están ofreciendo habanos, licor, tours, lustrado de zapatos, chanchos, hijas, helechos, riñones y demás. Si no más bien porque aunque este a escasos 30 metros de la calle adonde todos los demás ticos pasan caminando a sus rutinas y vidas, aquí adentro es como estar en un guantánamo turístico.

Desde que tengo memoria útil y viva, osea, no mejor no hagamos la cuenta, siempre he pasado por aquí, por el News Cafe y pensado, que será de ahí adentro que puede llamarle a la gente la atención. Será que le dicen a uno que es muy guapo cuando entra. No, no es eso. Talvez no se, hay canastas de víveres y ropa de moda americana para los comensales. Nah, aquí me apena decir que si se hace un concurso de modas, si vengo con un saco de gangoche y una papaya fijo gano el concurso y mención especial por disfraz típico. Aunque hay que dejarse de varas, aún así me vería guapísimo. Poco a poco creo que voy entendiendo como es la cosa de aquí. Finalmente he logrado encontrar un mundo bizarro, con gallo pinto bizarro, huevos bizarros y aire bizarro.

No quiero que crean que no le dí el chance, apenas entre y ví a un par de "chefs" en una estación de huevos a la minuta, no voy a mentir, me gusto la cosa. Lastimosamente podríamos decir que hasta ahí llego el amor, citando a un amigo de toda la vida Frederic Bijou, "murió la flor". Después de esperar como 20 minutos a que me volvieran a ver, un mesero llego y sin disculpas, más bien como justificándose me dice, "¿Va a desayunar?". No se si será que doy una impresión de que llegué a rezar las letanías diez veces o algo así, pero si, yo vine a desayunar.

Le digo como si nada que sí, que que me recomienda. Acuérdense de este consejo, si ustedes quieren saber que tan bueno es un lugar, pregúntenle eso al mesero, cocinero, manager o quién sea. En la cocina como en el poker la cara puede decir muchas cosas. Se queda viendo al ya pobre menú y me dice con ojos de no es mi culpa, "diay... yo que ud me comería el pinto". Yo que ud, ¿en serio?, yo que ud. No puede culparme de haber traído mi camisa de "Amante del Gallo Pinto, 1986 - ", esa se esta lavando. Le pregunté por las tostadas francesas y por el muesli, pero no, como vendido en la idea del ave colorada, siguió su cruzada de venderme el gallo pinto. Accedo después de un par de momentos y miradas desafiantes para ahora abrir un nuevo foro de debate, ¿como quiero mis huevos?.

Le digo, haceme un favor, traeme solo un huevo y que sea tierno, pasado por agua. Se va como si nada para volver tres minutos después y decirme que si mi huevo lo quería entonces duro o pochado. Ya para ese momento empecé a buscar las cámaras ya que pensé que alguien del que había escrito algo que no le gustó me estaba jugando una broma sucia. Le dije que pochado y se fue en su camino a la cocina.

No voy a decir que no tenía hambre, porque sí. Soy un canibal, un muerto de hambre más del montón. Me topo a un mesero que alguna vez compartió conmigo en un restaurante aquí en San José. Como se merece, el saludo fue frío, sin ganas y casi obligado. Después de esperar y esperar.... y esperar, más de 30 minutos por un desayuno que se tiene listo en 8, me traen mi comida. Mi tan esperado huevo tierno, sin mentirles porque ni ganas de eso me dan, era un huevo frito al que le echaron agua caliente encima y el cual venía frío. Aparte me dieron otro huevo frito en el plato con cuatro triángulos de queso que no se si era baboso porque le dio la gana ser así o porque no le quedo de otra. Tomen en cuenta que no he llegado al gallo pinto todavía. Ese ni lo voy a describir. era malo, y ya. malo y frío, distribuido en un plato gigante para impesionar a la gente con la porción.

Vale decir que probé tres bocados y lo devolví todo. Al querer hablar con el chef me salió un muchachillo con mas pecho que paloma en el teatro. Antes de yo poderle decr buenas, me tiró un "¿que pasó, no le gusto la comida?". Mala idea muchachito, maaaala idea. Yo no le iba a criticar nada, sino simplemente saber que piensa el de su comida. Pero di. como mucha gente y la misma calle me ha enseñado, para hijuep..., hijuep... y medio. Traté de recordar los modos diplomáticos de mi papá, mi ejemplo a seguir, pero me daba miedo ver como conforme seguía al pobre se le inflaba más y más el pecho. Le dije, no se enoje ni nada, es mi simple opinión nada más. "¿Ud quién es para venir a darme una opinión así?". Ahí su amigo chef canibal pasó a ser la encarnación de Gengis Khan culinario. Desde como hacer un gallo pinto hasta adonde se puede meter el news cafe entero le dije, lo meritorio es que lo hice sin usar ni una sola mala palabra.

Sigo aquí sentado, usando su internet para contarles a todos ustedes esta historia de desdichas y mal gallo pinto. Con esto no quiero armar más bronca de la que ya se armó y por la cual seguramente no estaré recibiendo un regalo de navidad ni una invitación al rezo del niño de nadie que trabaja aquí.  Nada más quiero probar y hacer enfasís en algo, sea que tengas un restaurante de 4 tenedores, 3 estrellas, dos vacas y un ornitorrinco de oro, o sea que tenés la más pequeña, humilde y cochina soda, si se va a hacer algo, hay que hacerlo bien. Si se quiere avanzar hay que saber caminar, no pegar brincos, patadas y berrinches ante cualquier cosa. Si tenemos con que, entonces usémoslo, no desperdiciemos todo y quedemos relegados al conformismo y mediocridad de un desayuno, almuerzo, cena o comida en sí más triste que majarse los de abajo con una puerta. Avancemos para no terminar siendo conocidos como los tontos que ni Dios quiso ayudar.

Daniel El Chef Canibal...

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