29 ago 2010

Cuando los mundos se toparon en Quepos...

Nunca les ha pasado que van a un restaurante de cocina de algun etnia ajena a la nuestra y es claramente evidente que parece que una gente come de un menú y otros de otro. Y no es tan simple como suena, porque siempre se da que ves la comida que te llevaron y decís mmmmm que bien escogí y en eso pasa otro plato que se ve mil veces mejor, lo buscas en el menú y no está en ningún lado y ahí empieza la locura y stress de la comida.

El caso típico de estos se da en los restaurantes asíaticos. Casi siempre estas como si nada comiendo y en eso ves una mesa adonde hay gente nativa del lugar de adonde es la comida degustando de cosas que vos te quedas a dos segundos de gritar SUAVE, DI QUE, AQUI COMO ES LA COSA?!?!?!. Siempre hay algún soldado que se manda al frente y dice, "Mesero, (insertar voz quebrada y cara de media verguenza), que es eso que están comiendo en esa mesa, es que no lo ví en el menú y quiero de eso". Despues de eso siempre viene una cara del mesero como tratando de mantener la seriedad del caso y dando X explicaciones si no te quieren ayudar y dejar entrar a ese mundo de genialidad.

La crítica de esta semana no es sobre un lugar en especial, sino de dos. Este escrito trata más que todo sobre como aquí en son de guardar imagen y demás hay lugares adonde se come de una forma aburrida y mezquina y blah y en cambio en otros adonde no importa quien sos ni nada se come increible. Habrá una explicación válida para esto, o será simplemente ganas de como dicen nuestros amigos los argentinos "Hinchar las pelotas".

Este viernes que pasó tuve que ir a Quepos y Manuel Antonio por unos asuntos ahí de suma importancia canibal. Despues de dejar listo todo el trabajo sucio y aburridillo, mis amigos de allá y yo decidimos ir a comer a ver que me parecía la culinaria de por allá. Fuimos a un lugar llamado el Sal si puedes o una cosa así. Un supuesto bar de tapas pero francamente, tengo más tapas yo en la alacena de mi cocina que ellos en su menú. Una carta llena de confusión y vueltas y vueltas Y VUEEEEELTAS que no daba ese feeling que te da en realidad una lista de tapas. No se ustedes pero cuando a mi me ofrecen comer así yo espero ver cierta armonía entre todo lo que venden. No sushi por aquí, burritos por allá, nachos por arriba y croquetas por abajo.

Despues de pedir un par de cervezas y más o menos ver que vendían, pedimos ahí a ver que. Me medio emocione cuando vi que tenían tortas de atún fresco. Que se note que la emoción lastimosamente muere ahí. Mi amigo pregunta a la salonera si el pescado y los mariscos son frescos, ella nada más vuelve a ver al piso y despues de unos segundos nos tira un frágil y poco creyente si...., mi amigo para joder un poquito más la vida le dice, que bien porque el es chef, ella se me queda viendo y se va toda nerviosa a la cocina. A los minutos llega con una "cortesía" del chef. Una cosa como arroz con atún bañado en aceite de ajonjoli y salsa de soya, el atún crudo, pero con el arroz de abajo caliente entonces no se podía disfrutar del sabor dulce del atún fresco. No que fuese fresco, pero di aún así a uno le gusta soñar que sí. Pasan los bocados y minutos y llega el administrador presumo a ver como estaba todo, la hipocresía fijo se nos salio hasta de los oidos cuando le dijimos que todo estaba perfecto.


Para cuando llego la comida, ya aquí esto era juego de cualquiera. Me dieron mis tortas de atún, cocinadas a término azul, osea apenas pasadas por la plancha, sartén, parrilla o lo que sea que se uso y ya. Eso no era término azul, no era ni blanco, no pude distinguir el color ya que di, unas partes estaban cocidas y otras no. Olí el pescado y a como les dije luego en el carro a mis amigos, estaba más fresca la suela de mi zapato que ese atún. Ayudenme a entender algo, si vos tenés un restaurante a 3 minutos del mar, con pescadores sumamente preparados para prooveerte con el mejor pescado fresco, PORQUE PU...AS NO SERVIS PESCADO FRESCO?!?!?! eso es como ir a comer a un campo de pasto y comer zacate viejo.


Yo pensé que nadie me iba a hacer bajar ese enojo y frustración culinaria. Fui a comprar mi tiquete de vuelta a la estación de buses, me metí al mercado del lugar y en eso la encontre. No tenía ningún letrero ni nada. Con costos tenía un menú, solo 3 cosas vendía. El fresco lo vendía en vasos y solo había una opción, o tomaba Fresca o tomaba bocanadas de aire sin sabor. Uno puede pensar que solo 3 cosas que mal, peor aún cuando esas 3 cosas son la misma solo que con variaciones mínimas, un ceviche de chucheca, de pescado y de camarón. Pero vieran ustedes, he ahí que esos ceviches fueron de las mejores cosas que he comido en mi vida. Nada de pretenciones de ceviche de restauranzucho peruano de mentiras o de marisquería que juega de conocedora cool, sino, nada más, simple y hermoso ceviche. Me senté y ni fue necesario preguntar si todo era fresco, se olía ese aroma dulce de marisco y pescado fresco. No importaba ser gringo, europeo, tico, con plata, limpio, gordo, flaco, ser chef o ser lo que sea. Ahí la señora te trata como si fueses un rey y ese ceviche claramente era comida de realeza.


¿Que podemos tener de enseñanza a raíz de todo esto? Por más bonito que sea el local, por más famoso que pinte ser, la comida no ve caras, status sociales o cuentas bancarias. Tener mucho dinero no te promete tener el mejor producto o nada. No hay que engañarse con las cochinas imágenes del mundo adonde ciertos quieren vivir. Quedémonos felices en nuestro mundo feliz, con comida simple sin pretenciones y alegría inmensa. Nada más sentémonos a disfrutar y tratar de evitar que los mundos se topen.


Daniel El Chef Canibal...

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